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Penitencia, Confesión o Reconciliación

La confesión de los pecados ante el sacerdote es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo, este sacramento es también un reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia hacia el hombre pecador.

 

Este sacramento se realiza por primera vez antes de la Primera Eucaristía y debe realizarse al menos una vez al año. Es de vital importancia confesarse cuando hemos cometido pecados, ya que no debemos recibir el cuerpo de Cristo en estado de pecado, pues esto sería un pecado mayor.

 

Los 5 pasos para una buena confesión son:

  1. Examen de conciencia: Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños a los pecados que hemos cometido. Esto debe hacerse en silencio y de cara a Dios.

  2. Dolor de corazón o arrepentimiento: Sentirnos verdaderamente arrepentidos de la ofensa cometida hacia Dios.

  3. Propósito de enmienda: Proponernos no volver a pecar, haciendo un verdadero esfuerzo y luchando contra las tentaciones y debilidades.

  4. Decir los pecados: Acercarnos al sacerdote y decirle los pecados cometidos. El sacerdote nos dará unas palabras para ayudarnos a mejorar.

  5. Cumplir la penitencia: Al perdonar los pecados, el sacerdote nos dará la absolución y nos impondrá una penitencia que debemos cumplir como reparación del mal cometido.

 

Nota: Los domingos habrá confesiones 30 minutos antes de cada Eucaristía.